La diferencia entre la leyenda del "pozo de Jacinto" y la leyenda de la "garita del diablo" yace en el tipo de proyección sobrenatural de cada uno, mientras que con el pozo de Jacinto debe decirse: "Jacinto, dame la vaca", para que el oleaje se agite hasta el punto de mojar a la persona que lo haya dicho, en la garita del diablo no hay que mencionar nada, la manifestación sobrenatural se basa en la desaparición de soldados que hacían guardia en aquella garita o la actual visión de sombras en la misma.
Dos grandes leyendas puertorriqueñas.
La leyenda del pozo de Jacinto narra la historia de un hombre de dudosa ética llamado Jacinto, el cual decide hurtar una vaca y maniobrar con ella amarrándose la soga con la que la llevaba a su torso, sin embargo, la vaca se asustó por alguna razón y se lanzó por un pozo, llevándose a Jacinto.
Desde entonces, se narra que cualquiera que se acerque al pozo y grite: "Jacinto, dame la vaca", atraerá la ira del espíritu de Jacinto, haciendo que la marea se alce y moje a la persona que se atreva a mencionar su nombre, solicitando la vaca.
La leyenda de la garita del diablo narra la historia de una de las garitas más lejanas del viejo San Juan, en la cual se encontraba el soldado Sánchez, también llamado Flor de Azahar por su piel blanca, el cual cuando escuchara el llamado: "centinela alerta", debía contestar "alerta está", tal como todos los demás soldados en las garitas.
Una noche, a pesar del llamado el soldado Sánchez no contestó, los soldados temerosos esperaron hasta que amaneciera para investigar, lo que vieron fue el uniforme, el fusil y la cartera del soldado, pero ningún rastro del cuerpo, desde ese hecho se especula que cualquier soldado que resguarde la garita desaparecerá y que en las noches se pueden ver formas espectrales.
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